TRADICIÓN DE BRUJAS, LA MAGIA DE LA DIOSA

viernes, 3 de octubre de 2008

Ritual de la bruja para autoreconocerse

El camino iniciático de una bruja empieza por reconocerse a si misma. Para evolucionar hay que saber como somos tanto en espíritu, pensamiento y cuerpo.
Las brujas debemos admirar y amar nuestro cuerpo que es nuestro templo, el don más preciado que poseemos y es el único organismo que nos sirve de vehículo en este mundo.
Así, reconozcamos como somos y demos las gracias por ello.
Lo primero que hay que hacer para empezar este ritual es procurar disponer de tiempo para nosotras, sin que nos molesten, sin prisas ni compromisos. Lo segundo preparar una ducha que a la vez que nos relaje nos limpie de las energías negativas que nos rodean, es bien fácil, solo hay que imaginar que el agua arrastra todo cansancio, dolor, molestias, carga y pensamientos negativos por el sumidero de la bañera. Utiliza un gel o jabón que sea suave y con fragancia de hierbas frescas o flores como el azahar.
Lo tercero que necesitamos son velas e incienso, las velas pueden ser blancas o rosadas y el incienso suave, como el ylang-ylang.
Lo cuarto es un espejo a ser posible de cuerpo entero, situado en una habitación donde nos sintamos cómodas y seguras, abstenerse el que está en la entrada de la casa y por donde suele pasar todos los miembros de la familia para ir a la cocina. Si no hay espejo grande, el que sea.
Lo quinto es situases delante del espejo, desnuda y observar el cuerpo que se refleja en él. Observarlo por completo, de arriba a bajo y de abajo arriba.
El rostro, los hombros los pecho, la barriga, las caderas el vello púbico, las piernas, las rodillas.

El cuerpo que observamos es el nuestro, esté como esté es la maravilla más grande de que disponemos, no debemos sentir vergüenza ni miedo, es un cuerpo maravilloso, excelente y atractivo, tócalo, siéntelo, vívelo, háblale, alaba su hermosura y que nadie pueda decir lo contrario. Prométele que vas a cuidarlo siempre, que vas a mimarlo y amarlo
Gordo o flaco, ancho o estrecho, pequeño u opulento, en la variedad está el gusto. Joven o viejo un cuerpo debería ser siempre hermoso, al menos para su dueño. Nunca debemos dejarnos influenciar por la opinión de otros, porque los demás tienen sus propios defectos y virtudes y no somos equiparables.
Este ejercicio puede resultar muy duro, no todo el mundo acepta como es y se avergüenza de cómo está. Hay que superarlo mirándonos y respetándonos a nosotros mismos.